viernes, julio 16, 2004

Speakercornerweb: Improvisacíon 003

Marcos me propone tres temas para una improvisación del Speakerscornerweb. Para quien no se acuerde (yo no me acordaba) el juego se explica en: Speakercornerweb, donde puedes leer también las dos improvisaciones anteriores: Demóstenes, Locke y la comedia y El fin no justifica los medios.
Resumo, de todos modos aquí las reglas:
Las reglas
1. No puedo ver el tema antes de empezar la improvisación
2. La improvisación sólo puede durar media hora. Si no se me ocurre nada, deberé abandonarla.
3. La improvisación ha de tener que ver claramente con el asunto propuesto.

Esta es la improvisación que me propone Marcos y que he escrito en unos 20 minutos en el Café Cervantes:

Speakercornerweb
003
¿Qué es el arte?
¿Son necesarios los ejércitos?
La confirmación en términos cuánticos de la existencia de Dios


Una improvisación me pide Marcos Marcóticos y en mi vida digital jamás me he visto en tal aprieto. Tres asuntos he de relacionar y a fé mía que no parece sencillo.
Lo primero que se me ocurre ante la pregunta ¿Qué es el arte? es la respuesta chistosa: "El arte es morirte de frío". Y me doy cuenta entonces de que los ejércitos ayudan a no morirse de frío cuando hay una emergencia nacional, como puede ser una nevada inesperada y brutal que paraliza todo un país. Lo que es más importante: gran parte del arte mundial no existiría si no fuera por los ejércitos, pero no porque los ejércitos protejan ese arte y los museos, o lo roben, como Napoleón en Egipto y los británicos en Atenas. No, yo me refiero a que sin ejércitos no existiría La Ilíada, que habla de un ejército que ataca Troya, ni el larguísimo poema hindú Mahabaratta, que cuenta la guerra entre dos ejércitos que son de la misma familia, ni Guerra y paz sin los ejércitos de Napoleón. Y tantas y tantas grandes obras. En este sentido se puede decir que los ejércitos son necesarios para el arte:
le dan constantemente temas, motivos y argumentos.
En cuanto a la pregunta de si son necesarios los ejércitos, un pacifista de tendencias taoístas como yo tiene la tentación inmediata de decir que no, que no son necesarios. Que no deberían existir. Pero mis tendencias confuncianas y una observación atenta de la historia y de la realidad me hacen dudar: parece que mientras haya ejércitos los ejércitos son necesarios. Para desaparecer los ejércitos deberían desaparecer todos a la vez. Hace poco leí unas declaraciones de un pacifista israelí nieto del belicoso Netanhayu que defendía la paz con los palestinos y se negaba a alistarse y que estaba en contra de todas las guerras, "excepto la Segunda Guerra Mundial". No era un razonamiento absurdo o incoherente. Se dice, y yo estoy fundamentalmente de acuerdo, que la peor paz es mejor que la mejor guerra. Pero esa farse elocuente quizá sea discutible si pensamos en qué habría sucedido si los aliados hubiesen hecho la paz con Hitler e Hiro Hito. Esa paz, ¿hubise sido menos horrible que la guerra? ¿Habría matado Hitler en campos de exterminio a millones de seres humanos en esa paz? ¿Lo habría hecho también Hiro Hito siguiendo su ejemplo?
Podemos sospechar que sí. Del mismo modo, resulta difícil imaginar una guerra peor que la paz staliniana (a no ser una guerra de bombas atómicas, que fue lo que quizá impidió la Tercera Guerra Mundial). ¿Una guerra contra Pol Pot habría sido realmente peor que dejar a Pol Pot asesinar a la cuarta parte de la población de Camboya? Como buen taoísta, me iría a la montaña y pensaría que allá los locos se maten unos a otros, pero no estoy seguro de que eso sea lo más razonable ni lo más humano.
Ahora bien, ¿dónde está Dios y dónde está Dios en relación con la mecánica cuántica? Y, en segundo lugar, ¿qué relación hay entre Dios, el arte y los ejércitos?
En primer lugar, procederé con el asunto de la confirmación de la existencia de Dios en términos cuánticos. Esta sí es una cuestión sencilla.
Los fenómenos cuánticos, la imposibilidad de predecir si un fotón entrará por una o por otra ranura, acaba con el determinismo y con la noción misma de causa y efecto: a partir de una causa perfectamente conocida no es, sin embargo, posible predecir el efecto. Esto implica un universo absurdo y sinsentido, como ya descubrió Lucrecio en Sobre la naturaleza, un extraordinario poema filosófico que niega la
existencia de los dioses, pero que aquí va a servir para demostrarla.
Dice Lucrecio que si no existe causa y efecto, entonces de cualquier cosa podría surgir cualquier otra, de un papel roto una casa y de una ballena podría nacer un elefante.
Pero resulta que, cuando observamos a nuestro alrededor, descubrimos que no sucede así: no nacen casas de hojas rotas ni elefantes de ballenas. Ahora bien, ya se ha visto que el mundo y las leyes de la cuántica en sí no garantizan esta coherencia y regularidad que observamos. De ello se deduce que ha de existir un ente que se ocupe de dirigir los fotones a la ranura adecuada, de impedir que nazcan casas de los papeles rotos y elefantes de las ballenas. Ese ente es Dios.
Quod est demonstratum, diría Santo Tomás.
Las mutaciones, las terneras con dos cabezas y cualquier accidente contra el orden habitual y cotidiano se pueden atribuir a descuidos de la Criatura Divina. No hace falta decir que esta necesaria presencia del Ordenador y Observador Supremo es también la mejor confirmación del idealismo de Berkeley. Otros lo supieron antes que yo, como Chesterton,
quien decía que lo asombroso no era que el tren entrase en el tunel por la estación Victoria y saliese en Saturno, sino que saliese en Kensington: Dios, cada vez que el tren entra en el tunel, decide si esta vez saldrá por Saturno o por Kensington.
Y qué relación hay entre esto y los ejércitos? Hay varias relaciones que ahora me resultan evidentes (sin duda Dios está ahí, atento a mis dificultades). Por ejemplo: la investigación en física avanzada siempre ha estado en relación con las necesidades militares. Sin ejércitos poderosos, la Alemania de inicios del siglo XX no habría sido una gran potencia capaz de desarrollar las ideas cuánticas. Además, ¿qué es el arte? El arte es lo que define la cultura dominante, la que posee los mayores ejércitos. Por otro lado, una vez que hemos demostrado que Dios existe gracias a la mecánica cuántica, es fácil deducir que también los ejércitos son necesarios, puesto que si Dios permite que existan por algo será. Idea que se confirma si recordamos esas obras de arte citadas en las que los ejércitos juegan un papel principal: resulta que en casi todas ellas, Dios también está presente.
En la Ilíada casi se puede decir que los dioses organizan la guerra, desde que Eris, diosa de la discordia lanza una manzana entre tres diosas y dice: "Para la más bella" (momento también artístico: "Las tres Gracias"), lo que provoca el juicio de Paris, quien otorga la manzana a Afrodita a cambio de tener a Helena de Esparta, causa de la unión del ejército aqueo que marcha a recuperar a Helena de (ahora "de Troya"). Y también en el Bagavad Gita (parte del Mahabarata) es el dios Vishnu quien convence al dubitativo y pacífico Arjuna de que se lance al combate contra sus primos, porque desde el punto de vista divino (ese que vigila los fotones) resulta buena la guerra (y por tanto los ejércitos) aunque desde el punto de vista humano no se lleguen a entender las razones.
Y de este modo, como se ve, el Dios cuántico, los ejércitos y el arte camina simpre unidos.


























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