martes, julio 27, 2004

Henri Salvador

Henri Salvador (la "h" no se pronuncia)

Originally uploaded by Jack Seingalt

El día 20 de julio fui a ver a Henri Salvador.  Salvador es un cantante famoso en Francia desde hace más de 60 años, quizá más de 70, pues debutó en 1933. ¿Cuántos años tiene? Noventa. La longevidad de los artistas es una de esas cosas que pensamos que es propia de nuestra época, pero véte tú a saber si no será una de esas cosas que siempre han existido (de eso hablo en Cosas que siempre han existido, en este mismo diario, viernes 9 de julio) . Me parece recordar, pero tal vez me equivoco, que Sara Bernhard, la más célebre actriz francesa del siglo XIX también actuó hasta una edad muy avanzada.

Es lógico que al ir a ver a un artista de 90 años uno dude acerca de si no será un concierto un poco triste o que te mueva a un tipo de emoción muy semejante a la compasión. Hace unos años fui al último concierto de Chavela Vargas en Madrid (desde entonces, Chavela ha dado diez o doce últimos conciertos más). No me pareció triste ni me movió a compasión, al menos no a causa de que Chavela tuviera 80 o más años (muchas de sus canciones son tristes). Uno de mis conciertos favoritos, que no pude ver pero que escucho a menudo es el que dio Charles Trenet con 87 años. También recuerdo lo emocionante que fue escuchar Strangers in the night en la radio que trasmitía el último concierto que dio Sinatra en Madrid. Precisamente, ese concierto no se llenó debido  a que la prensa extendió la idea de que Sinatra apenas tenía ya voz (yo me lo creí, lo que es una pena).  Ante la falta de público, en el último momento los organizadores autorizaron a una emisora a emitirlo en directo para recuperar algo de la inversón. Ese concierto fue impresionante, escuchado desde mi radio al menos, y es el que más lamento no haber visto (y quedarme en casa llorando a solas).

En fin, para terminar con los ejemplos, hace poco fui también al último que dieron los Rolling en Madrid (a mis amigos Helen y Oliver les sorprende que en España digamos los Rolling, pues  en Gran Bretaña y EE UU dicen "los Stones"). Este concierto de los Stones con 60 años fue tan bueno como el de 1982  y por parte de Mick Jagger ni siquiera se notó que hubieran pasado 22 años (ni 40 desde sus inicios). Tampoco sería malo que se hubiera notado, por cierto.  No fue quizá tan emocionante como el del 82 porque en el del 82 cayó sobre el estadio una tormenta impresionante.

Conclusión: el propio Henri Salvador bromeó a lo largo del concierto acerca de lo que le dijo su agente cuando él le propuso hacer una gira con 90 años. Lo contó con muchisimo ingenio y humor porque Salvador es un artista de esos que antes se llamaban "One Man Show", que no se limitan a cantar, sino que también cuentan cosas personales, chistes o bromas. Como Frank Sinatra. Salvador incluso hizo un sketch divertidísmo en el último bis: interpretó en inglés a un actor que anuncia un whisky o una ginebra . Era uno de esos anunciantes que aparecían en los inicos de la tele en las pausas publicitarias y que estaban en la emisora todo el día esperando el momento en que les tocase intervenir de nuevo. Como este anunciaba una ginebra, cada vez que volvía a salir se tomaba un vaso y acababa completamente borracho. La interpretación de Salvador tambaleándose (a propósito) y farfullando un inglés ininteligible (también a propósito) fue fabulosa. Alguien con quien nos encontramos tras el concierto (estábamos mi hermana, mi padre y yo) , y también un crítico en una reseña de prensa, dijo que "todo estaba muy ensayado".

¡Por supuesto! Pero lo dicen como si eso fuera malo. Yo no conozco a nadie capaz de hacer un sketch como ese sin tenerlo perfectamente ensayado. Interpretar un sketch como ese sin ensayar es condenarse uno mismo al ridículo, a la torpeza y a un resultado desastroso. Yo soy partidario de la imperfección, como pronto argumentaré en este diario, pero imperfección no significa necesariamente improvisación. Incluso pienso que a menudo la veraderamente buena improvisación surge cuando te sientes seguro en las líneas básicas de un número.

Naturalmente, los cómicos y actores saben que hay cosas que se pasan de cocidas, de ensayadas, y que empiezan a resultar frías e insípidas, sin fuerza. A mí, como director, no me gusta repetir más de dos veces un número cómico en el que intervienen comediantes (con los actores la cosa cambia un poco). Si se repite varias veces hay que cambiar algo, el propio cómico lo cambia sobre la marcha para recuperar frescura. Pero el número de Salvador nos divirtió a todos y estaba en su punto.

Precisamente lo mejor de los comediantes es cómo improvisan y consiguen cosas que no estaban en el guión, pero un cómico dejado a su suerte también está perdido.  Es casi seguro que Salvador improvió donde menos sospecha el público que pudiera hacerlo. Incluso el gran Jango Edwards, rey de la improvisación, ensaya las líneas maestras de su actuación, elige que tres o cuatr números hará y repite numeros que ha hecho tantas veces que quizá no necesita siquiera repasarlos... Después se mueve libremente e improvisa. Cuando le vi en Barcelona el año pasado, el primer día la cosa no salió redonda porque tuvo que improvisar la traducción al catalán de su número (además de al castellano). El segundo día prescindió del catalán y el tercero lo incorporó de nuevo pero mejor ensayado y unido al numero (cuento los dos primeros días y el escándalo en: Las alas de Ícaro, 24 de julio).

Además de todo esto, y lo más importante: las maravillosas canciones de Henri Salvador, algunas antiguas (yo estaba deseando que cantara mi favorita, Mon enfance, pero no la cantó) , algunas de sus dos últimos discos , fueron una delicia: Siracusse, Une chanson douce, Jardin d'hiver, Chambre avec vue... Contó historias de su amistad con Boris Vian, de cómo compusieron juntos una canción apresurada dedicada a una chica, y cantó también una canción curiosa en la que aparece Dalí y Barcelona.

Puedes ver un momento de su actuación aquí.





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