domingo, agosto 08, 2004

Defensa perfecta de la imperfección

Breslav (Chequia), 9 de agosto de 2004
Un error nos ha llevado a este pequeno pueblo checo en vez de a Bratislava, la capital de Eslovaquia. Aprovecho para corregir aqui el texto que escribi en Barcelona.


Defensa perfecta de la imperfeccion

Me gusta lo imperfecto no porque lo sea, no porque yo me proponga apreciar lo perfecto y alejarme de lo perfecto. No. Lo que sucede es que descubro que me gusta lo imperfecto cuando pienso en las cosas que me gustan y veo que casi todas son imperfectas.
Pero no exijo ni busco la imperfección. Eso sería una busqueda artificiosa.
Hay sensaciones perfectas. Es perfecto caminar por la calle y sentirse feliz. Es perfecta la vida cuando estrás en una discoteca y la gente baila y también parecen felices. Es perfecto leer algo que te gusta y descubrir una coincidencia tan hermosa que parece que el autor ha querido expresar algo que le dijiste ayer, a pesar de que no le conoces. Estas son sensaciones o experiencias perfectas.
Pero las cosas no sé si pueden ser perfectas. ¿Son perfectas las puestas de sol cuando estás cansado de verlas y preferías que fuese de día? Las cosas de la naturaleza, los árboles, las montañas, los ríos, no sé si pueden ser perfectas. No es a este tipo de cosas a loq ue me quiero referir aqui. Aquí me quiero referir a las cosas creadas por el ser humano, al arte y a todas esas creaciones que todos llamamos bellas, excepto los profesores de estática que dejan escapar la belleza entre las mallas perfectas de sus definiciones.
Los libros, los cuadros, los diseños, el baile, el teatro, el cine, cuando son perfectos me producen a menudo rechazo y casi siempre me mantienen lejos, apartado, emocionalmente apartado.
Algún dandy decía que la ropa nueva endominga. Hay que ponerse la ropa nueva un día o dos en privado, en casa, antes de salir a la calle. Si un traje es demasiado perfecto hace que todos se fijen más en el traje que en quien lo lleva. Yo no quiero que mi traje importe más que yo. El traje está para ayudarme a mí, no yo al traje, del mismo modo que Jesucristo dijo con mucho acierto que el domingo estaba hecho para el hombre y no el hombre para el domingo.
La perfección somete las cosas a la forma en la que son expresadas de un modo tan extremo que se hace a menudo insoportable o insulso. Los bailarines que no se equivocan en un sólo paso, que mueven brazos, piernas, pies, dedos y barbillas con precisión milimétrica son tan esclavos de su perfeccion que a menudo sufren durante días por un erroe que sólo puede haber percibido alguien tan obsesionado como ellos.
En el siglo XX, el ballet se liberó en parte de la tiranía insoportable de la perfección y nació la danza contemporánea, que recuperó lo que era bailar y que habia sido olvidado durante la época reglamentista de Luis XIV. Algunas de las nuevas maneras de danzar también empiezan a oxidarse en normas y absurda búsqueda de al perfección. De vez en cuando, es cierto, surge un bailarín que parece capaz de alcanzar perfección academica y la expresión al mismo tiempo, que traspasa los limites. Estos bailarines suelen ser controvertidos en sus inicios, y al final a menudo castigados en cuanto cometen un pequeño error, en cuanto el engranaje ya no no circula como una máquina sin fallo. No hay que olvidar que la crítrica de danza parece encargarse a jueces de gimnasia más que a personas capaces de apreciar la belleza.
Lo cierto es que yo disfruto más con los pequeños espectáculos imperfectos que con las grandes y virtuosas coreografías en las que no consigo ver a la persona que se ha vestido de artista.
También suelen gustarme las peliculas imperfectas o que al menos lo parecen.
Shakespeare es imperfecto siempre o casi siempre y durante muchos años sus comentadores se han han asombrado al descubrirlo. No han podido ocultar la imperfeccion de Shakespearre y sin embargo, ellos y nosotros, casi todos nosotros, consideramos que Shakespeare es el más grande.
La explicacion de esta aparente paradoja tal vez sea sencilla y algunos la han intuido ya desde que Samuel Johnson escribiera su célebre prologo a Shakespeare: la grandeza y la imperfección no sólo no son cosas opuestas, sino que se alimentan la una a la otra.
Cuando construimos un cd con nuestras canciones favoritas, nos sorprende descubrir, al escucharlo, que la suma de tanta bellezza no iguala a lo que cada canción suponía por separado. Parecería que por una vez que el todo es menor que sus partes. ¿Cómo es posible? La razón tal vez sea que las cosas nos aburren cuando son iguales. Si cuentas siempre lo mismo y de la misma manera el espectador o el lector se aburrirá, pero eso sucederá tanto si lo que cuentas es muy lento como si es extraordinariamente movido.
Cuando todo permanece igual acaba cansando porque el cerebro necesita novedad, al menos un cerebro sano, y si las cosas no cambian, el cerebro acaba acostumbrandose a todo y busca cosas nuevas, a menudo fuera de la narración. Pero si todo cambia constantemente, el cerebro también acaba aburriéndose de la monotonía del cambio continuo. Se puede ser plano, monótono, tedioso y repetitivo por abajo, pero también por arriba.
No se puede pensar que tantas imperfecciones en la obra de Shakespeare sean calculadas, pero tampoco se pueden atribuir sólo a la inconsciencia o la toprpeza. Creo que, como todo artista, Shakespeare intentaba hacer las cosas bien, pero que no se preocupaba tanto que sólo pensase en hacer las cosas bien. Preferia seguramente hacerlas aunque fuera mal que no hacerlas.
La imperfeccion, sencillamente, no tiene por qué buscarse: sobreviene inevitablemente.
La perfección, por el contrario, sólo puede existir si la buscas y solo la puedes conseguir si te ajustas a unas reglas trazadas previamente, si sigues unos cánones disenados para la visión y la crítica puntillosa e inmisericorde de los expertos. Por eso, cuando los dogmas artísticos caen suelen morir con ellos las obras que respiraban tan sólo en ellos: su dependencia era tan absoluta que apenas les quedaba nada propio. Sin embargo, a menudo sobreviven las imperfectas, las que no lograron esa perfección canónica.
Del mismo modo caen los sistemas filosóficos que se alzan como edificios perfectos: cuando ya a nadie le gusta esa arquitectura mental, tampoco interesan los muebles, pues estaban tan adaptados a la forma de las paredes que no pueden usarse en otra casa. Las ideas, los argumentos y los conceptos que dependen en exceso de una metafísica concreta suelen morir con ella. Por eso, cualquiera puede leer todavía lo que escribió Montaigne, pero sólo los profesores o los filósofos profesionales leen lo que escribieron Hegel o Kant. Afortunadamente, nadie es perfecto aunque lo pretenda, y algunas cosas de Kant, Hegel o Spinoza sobreviven a pesar de sus sistemas dogmáticos.
Como dije antes, en mi opinion el mayor defecto de loo perfecto es que resulta frio porque es como un traje nuevo: da igual quien lo lleve porque lo unico que importa es el traje. Los artistas perfectos lo unico que hacen es pasear un traje nuevo ante la vista del publico.




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