viernes, julio 30, 2004

Juicio y sentimiento. Capítulo 5

Capítulo 5
Un desnudo muy moral


En el capítulo anterior prometí un desnudo integral de mi conciencia moral. Es una promesa sin duda debida al calor del verano y al consumo inmoderado de vino, porque suelo ser bastante discreto y no me gusta el exhibicionismo (más bien peco de discreto), y menos en asuntos de eso que se llama ética y moral. Nadie que lea esta página creerá que no soy exhibicionista, pero creo que aquí lo soy para romper conmigo mismo y sentirme más libre. Jacques Brel se retiró de los escenarios cuando se dio cuenta de que la cosa ya no era muy real, que empezaba a actuar, a poner en marcha un mecanismo cuando salía a escena. Uno va creando una imagen que más o menos le gusta y luego se siente obligado a ajustarse a esa imagen. Para evitarlo, lo mejor es crear una imagen con la que no estés del todo satisfecho, que te deje un poco en mal lugar. Creo que eso te libera de ti mismo y te da más libertad. Brel también decía que no lograba entender por qué a la gente le resultaba tan difícil hacer lo que realmemte deseaba hacer. Yo pienso lo mismo y por eso ahora me apetece desnudar mi conciencia moral por una vez.
Siento una atracción muy fuerte hacia la justicia y la bondad. Creo que del lema de la Revolución Francesa habría que hacer más caso del que se ha hecho a la tercera consigna: Libertad, igualdad, Fraternidad. También siento un pudor extremo que me impide presumir de bondadoso, y detesto la idea de la santidad o el heroísmo. Mis mejores amigos saben que siempre digo que soy un mal amigo y que no se puede contar conmigo.
¿Y por qué digo eso? Porque también detesto la idea del deber, del deber moral y del deber de la amistad. Pero como esto es un folletín impúdico, puedo por una vez mostrar mi juego. Cache ton dieu ("esconde tu Dios") decía Valery pero ahora no le voy a hacer caso.

Me considero, a la manera de Antonio Machado "en el buen sentido de la palabra, bueno". Me costaría mucho soportar la idea de no ser bueno, de no actuar con justicia. No me preocupa que alguien piense que no soy bueno, eso casi me da igual, pero lo pasaría muy mal si yo mismo pensará que he sido malo o injusto. Sé que en ocasiones he hecho daño a otras personas, pero creo que nunca ha sido por maldad, por venganza, por crueldad. A veces es imposible que alguien no sufra a causa de otro (pero no por culpa de otro). Yo también he sufrido a menudo, pero excepto en dos o tres ocasiones, no he pensado que fuese por culpa de alguien. Como diré cuando hable de Demócrito en Cosas que he aprendido de..., mi lema secreto casi desde que empecé a pensar en estas cosas es lo que decía Demócrito: "Es mejor sufrir injusticia que cometerla".
¿Por qué digo todo esto? Más que nada para que resulte verosimil y creible que por mi cabeza no pasan esas malas emociones o pensamientos que harían necesario que me aplicase a mí mismo el autocontrol. No sé si te acuerdas, lectora, que estoy tratando de demostrar que no me controlo porque no hay nada que deba reprimir. Es decir, quiero ahora afirmar de nuevo que no soy un hipócrita.

Generalmente no tengo por qué fingir que soy bueno, sino más bien todo lo contrario, entre otras razones porque me he dado cuenta de que si uno se gana fama de bueno sus argumentos pasan al instante a ser escuchados con menos atención.
Así que uno ha de ser agudo e incisivo de vez en cuando, mordaz en ocasiones e irónico cada cierto tiempo, ingeniosamente combativo casi siempre para que le tomen a uno en serio.
Si yo digo, como he dicho en una entrada reciente de este diario, que no me gusta el antiamericanismo visceral, no puedo decir simplemente que no me gusta porque es algo que va contra la fraternidad humana. Si dijera eso, que sería lo más sencillo y razonable, todo el mundo me tomaría por un cura y miraría hacia otro lado. Así que tengo que mostrar lo absurdo de esa postura, del antiamericanismo visceral y demostrar que es una actitud que convierte a quienes la mantienen precisamente en aquello que aseguran rechazar, y que se han coinvertido en víctimas de sus enemigos (la política actual de Estados Unidos), imitando su simpleza y la corta manera de pensar de George Bush II.

Otro método para que estos argumentos bienintecionados sean escuchados es hacer cosas como La página noALT, o dar una lista de normas muy razonables que cualquiera debería seguir en una discusión, normas que suelen brillar por su ausencia en el ciberespacio, como se puede comprobar visitando cualquier foro o página de debate.
No es que todos esos métodos más o menos ingeniosos seaa una invención mía para resultar más convincente. Creo que son razones buenas y verdaderas, pero creo que resultarían innecesarias si las personas fuesen más equilibradas en sus fobias y odios y tuvieran una manera de relacionarse con los demás más razonable, tolerante, justa y fraterna. Fraternidad.
Después de este desnudo casi integral de mi conciencia moral, me llevará bastante trabajo quitarme la imagen de cura, así que en el próximo capítulo de este folletín adoptaré un tono combativo y defenderé que no sé por qué diablos los bondadosos tenemos que someternos y soportar que dominen la situación los malvados.

Continuará...


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